Por: Melissa Torres Fabián / Fotografía: Jose Vera Visagel
Tomás Prochazka Núñez (Lima, 1990). Artista visual egresado de la Escuela de Arte Corriente Alterna en el 2012, cursa estudios complementarios en pintura realista académica en The Florence Academy of Art de Italia en el 2014 luego de presentar su muestra inaugural «No-Retratos» en Lima en el 2013. A su regreso, tras preparar el nuevo proyecto artístico «La Máquina», exhibe su segunda individual en el Centro Colich a comienzos del 2016. Actualmente, expone su tercera individual «Orillas de Circa» en Tierra Baldía. Su estilo creativo une pintura y modelado digital para la construcción de personajes fantásticos y realidades oníricas.
- ¿Qué distingue «Orillas de Circa» de tus anteriores propuestas artísticas?
En «Orillas de Circa» presento un lenguaje pictórico más personal. En él dejo de intentar encajar en el estándar de color y el tipo de pincelada que ofrece la pintura académica clásica. Empiezo a explorar mi propio estilo, uno que se nutre de mis referentes y que combina las diferentes formas de pensamiento que me han interesado a lo largo de los años. En esta propuesta elevo y saturo los colores más allá de lo que podría considerarse realista para crear un efecto visual distinto. No solo trabajo con los colores y las pinceladas sino también con los personajes. En ese sentido no pinto cosas que podría poner frente a mi caballete sino por el contrario, las figuras que retrato son creaciones mías, son personajes con una identidad propia. Todos ellos habitan en Circa y sus alrededores. Escribo sobre este lugar en «La épica de redención», una novela en la que me encuentro trabajando actualmente. Circa es una de las islas que forman parte de Elartucci, el archipiélago donde se desarrolla la historia. Algunos personajes del libro son el reparto de mis cuadros y me sirven para representar diferentes momentos y emociones que no siempre están conectados a ella. Una de las figuras que más repito es la de Gala, un personaje imaginario que encarna mi ideal de belleza humana, tanto interior como exterior.
Con mi obra estoy tratando de ir un paso más allá y no conformarme con lo que la realidad me ofrece. Se trata de convertirme en creador desde la concepción del qué y no solamente desde el cómo. Otro punto que distingue esta propuesta es que es más cinemática, a diferencia de mi anterior individual «La Máquina» en el 2016 donde mis retratos y personajes eran estáticos y teatrales como lo es la pintura clásica. Ahora cada pintura se asemeja a la escena de una película, es como la captura de pantalla de una narrativa más grande. Los cuadros sugieren una conversación, la especulación sobre qué pasó antes de esa vista y que pasará después o por qué se llegó a ese momento. En pocas palabras, hoy me encuentro más comprometido con el storytelling que antes.
- Estudias pintura realista académica en Florencia en el 2014 después de tu primera individual, ¿qué te motiva a seguir este curso y de qué forma ha contribuido en tu quehacer artístico?
Decidí estudiar pintura realista académica porque estaba interesado en conocer la técnica. Algo así como aprender el truco para poder hacer la magia. Quería hacer eso, pintar la realidad. Recordemos que la pintura realista académica no trata de crear un efecto fotográfico para engañar al ojo humano porque, en principio, es una técnica pre-fotográfica. Se trata más bien de simular el efecto que tiene la luz sobre los objetos y dar la impresión de que lo que se pinta es visto directamente por nosotros.
Una vez que aprendí la técnica decidí dejar la pintura realista «neutra» para poder indagar en mi propio lenguaje, uno más subjetivo. Es decir, uno no puede romper con la realidad sin antes conocerla. Hay que tener en cuenta que no se trata de crear algo estilísticamente más simple sino por el contrario. Al conocer y desarrollar la habilidad, uno puede encontrarse en la condición de reducir algunas partes y afianzar otras. Me parece importante que todo rasgo estilístico surja de una decisión y no de una limitación. Esa es la razón por la que me dediqué los ocho primeros años de mis estudios a alcanzar una calidad que fuera la base de mi estilización. Algunos artistas empiezan a estilizar temprano pero yo quise hacer esto con calma, no apresurarme y contar con bases sólidas desde las que pudiera partir.
En realidad, la razón por la que me metí a dibujar y pintar es porque tenía mundos en mi cabeza que necesitaba explorar y compartir y la actividad plástica era la vía más cercana para ello. Específicamente, el conocimiento académico te lleva más lejos en términos de calidad y dificultad a la hora abordar un proyecto. Además tiene métricas bastante más claras sobre qué es calidad y qué no lo es. La educación artística, o una parte de ella, evalúa de forma subjetiva las propuestas por lo que no se sabe distinguir que está bien hecho o mal hecho, en cambio en el mundo de los atelier que son los lugares que enseñan los principios y criterios de la pintura académica, los valores son bastante claros y como soy una persona que se sirve de lo medible para poder notar su progreso, esto era perfecto para mí.
- ¿Cómo describirías Circa? ¿Qué hace única a esta isla?
Describiría a Circa como un paraíso eco-utópico. Eco-utópico para mí hace referencia a un lugar ideal donde el hombre coexiste en equilibrio con el medio ambiente. La isla vendría a ser el equivalente al cielo, este lugar perfecto donde todo se mantiene en paz y armonía. Aunque también podría tratarse de una versión de Atlantis, la isla perdida. Ahora bien, no todos los cuadros tienen como escenario a Circa, algunas de las vistas ocurren fuera de ella o en sus alrededores.
Los ambientes que pinto suelen ser una combinación entre la Costa Amalfitana en Italia, un paisaje que a mí me parece increíblemente hermoso, fértil y exótico, y las islas polinésicas. A la mezcla de estos dos mundos he denominado paisaje ítalo-polinésico, que sumado a los elementos fantásticos es el fundamento del diseño de Elartucci. Así mismo, reconozco que es un grupo inusual de referentes para un artista peruano pero mi ética me lleva a construir a partir de mis gustos, para vender piezas que yo mismo colgaría en mis paredes.
- En relación a tu proceso creativo ¿Qué técnica trabajas y cómo describirías el desarrollo de tu producción plástica?
Hay una mística, una parte muy interesante en el proceso mismo de pintar al óleo. Pero para proyectos grandes, antes de aplicar la pintura sobre el lienzo, creo bocetos muy acabados combinando medios digitales. Empiezo con el diseño de los personajes y los escenarios. Antes trabajaba con fotos que intervenía en Photoshop agregándole pintura digital. Mejoraba sus colores y distorsionaba las imágenes al punto de idealizarlas. Gestionaba formas, siluetas y figuras hasta lograr el resultado esperado. Una vez alcanzado guardaba el archivo en mi Tablet la colocaba al lado del lienzo en blanco como referencia e iniciaba mi trabajo con el pincel. Si necesitaba detenerme en algún punto de la imagen solo hacía falta hacer zoom para ver los detalles. Ese es un método que he venido usando hace algún tiempo. Sin embargo hoy he empezado a trabajar con gráficos 3D para dejar de arrastrar restricciones que vienen de usar fotos como punto de partida. Hacer esto me permite llevar a mis cuadros a un nivel de personalización en el que ya no necesito la fotografía previa y simplemente hago un boceto a lápiz y comienzo, desde ahí, a crear a mi modelo. Estos últimos cuadros, específicamente, «La forma del amor propio» en el que figura Gala y Mogweh, un monstruo azul gigante, han sido diseñados con un modelo tridimensional que luego he renderizado para obtener una iluminación creíble. Parte de este interés por innovar en mi proceso técnico está relacionado con mis ganas de aprender cosas nuevas. Lo que hace todo más divertido y menos mecánico. Se trata de eso, de ir adquiriendo nuevas habilidades en el proceso.
Al inicio de mi proceso creativo, la idea de la obra puede nacer de diversas formas. A veces hago uso de la asociación libre. Por ejemplo, tengo la idea de una espada con sangre y a alguien que le susurra al oído a otra persona, combino ambas y creo una escena original. La obra «La espada del noble daño» fue el resultado de esto. Algunos cuadros surgen de la mezcla de ideas y otros ilustran las escenas del libro que estoy escribiendo. Cada cuadro tiene su propia naturaleza. Algunos nacen a partir de las fotos que tomé de mis vacaciones, otros son retratos de mi familia y amigos. Son el autorretrato del cosmos de mi mente. Algunos cuadros responden a la inquietud de probar alguna técnica. No existe una verdadera generalización de como nacen mis ideas pero esos son algunos ejemplos.