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El movimiento infinito

Entrevista a Raquel Marambio Oquendo

Publicado: 2021-03-09

Por: Melissa Torres Fabián / Fotografía: Pablo Portocarrero


Raquel Marambio Oquendo (Lima, 1993). Bachiller en artes plásticas con especialidad en pintura por la PUCP desde el 2018, realiza un intercambio académico durante su penúltimo año de pregrado, cursando estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada en España. Es artista visual con formación en danza, instruida en ballet clásico (1999-2009), gimnasia aérea (2011-2015) y ritmos urbanos (2016-2020). Ha participado desde el 2010 en exposiciones colectivas en la ciudad de Lima. Es cantante y corista de agrupaciones musicales. Su obra plástica y escénica plasma su búsqueda del conocimiento a través del movimiento.


Tras iniciarte en el ballet clásico desde muy pequeña ¿Cómo descubres tu vocación por las artes plásticas y visuales? ¿Fue consecuencia de tu predisposición hacia las artes?

En kinder, con Ms Elsie, quería ser pintora.

Sospecho que ver a mi papá en su taller resultaba muy interesante para mí. Hasta ahora me encanta ese olor, un olor que probablemente es una mezcla de pintura, madera y algo más. Cambié de idea acerca de mi profesión mil veces mientras crecí. En cuarto año de media llevé un curso de Photoshop e Illustrator en el Centro de la Imagen y descarté rápidamente la opción de ser diseñadora gráfica porque, desde entonces, no podía pasar mucho tiempo frente a una pantalla sin que me moleste la vista. Más adelante ingresé a la PUCP y me ubiqué dentro de la especialidad de diseño industrial, sin embargo al llevar ciertos cursos introductorios me di cuenta de que me había confundido de carrera, me ilusionaba inventar objetos pero no me atraía la parte industrial del asunto. En cambio, la pintura como vocación siempre estaba ahí solo que aún no me terminaba por decidir. Creía que otras carreras me solucionarían la parte económica más fácilmente y que podía dedicarme a la pintura en mis tiempos libres como autodidacta. Finalmente, me cambié a la especialidad de pintura, dedicándome de lleno a ella y convirtiéndola en mi profesión. Por otro lado, el ballet me dio una disciplina achorada que le agradezco a Dios.

Además de lo gestual propones un discurso estético sobre el conocimiento a partir del movimiento ¿En qué consiste? ¿Influyó en tu proceso creativo el intercambio académico que hiciste en 2017?

Mi discurso estético se enfoca en el instante perceptual donde la cognición comienza a tomar forma.

Todo se mueve, eso es inevitable y lo nuevo es inherente al movimiento conceptualmente hablando. Esto consiste en probar, de alguna manera, la intensidad de la influencia del contexto al existir, al ser. Sé que este último es un término complejo, así que he escogido observar y estudiar el movimiento de los cuerpos humanos y su expresión de lo intangible y también reflexionar desde la experiencia que genera la improvisación. A través de esta puedo apreciar mi relación con el presente que vivo, el cual considero de fundamental relevancia en cuanto a la relación que tiene uno con la realidad.

Mi estilo da protagonismo a la humanidad y a las almas. Me interesa observar e interpretar aquello que nos conecta a unos con otros y a uno con todos. Cómo el todo también nos hace y da forma. En mis obras siempre son seres sin rostro, sexo ni huellas dactilares. No importan esos detalles y particularidades. El movimiento de cada persona es único. Dato, y más que dato, experiencia fundamental para sumergirse en la pregunta ontológica.

Dentro de esta preocupación, tuve la oportunidad de llevar Teoría del conocimiento y Teoría de la experiencia estética en la Universidad de Granada. El primer curso me ayudó a tener un mejor panorama acerca de qué se considera conocimiento riguroso y cuáles son los criterios y metodologías de investigación institucionalmente avaladas y por qué. Con el segundo incorporé información muy valiosa de algo que me parece fundamental en la apreciación de una pintura: la experiencia estética. Parte crucial de lo que la hace ser pintura y ser alguna en particular.

Por otro lado, empecé a salir con mis amigos a grafitear. Yo dibujaba mis seres interconectados, lo tenía que hacer muy rápido y eso reafirmaba el poder del contexto en la manifestación de mis seres. Así nació mi firma Reichel, escrita de esa forma porque los andaluces pronuncian como está escrito y no quería que me llamen Rachel.

Al ser cantante y bailarina de ritmos urbanos ¿De qué forma se complementa la danza y la pintura dentro de tu obra?
Se unen en el proceso freestylero que les doy y se complementan en el sentido de la inspiración y el aprendizaje. Desde nuevas perspectivas encuentro posibilidades y soluciones. Además, no paro de encontrar analogías entre estas disciplinas, y ello me lleva a entender y sentir más fuertemente la esencia del arte mismo, el ser del arte.
Si tuvieras que definir tu trabajo dentro de una o varias corrientes artísticas, ¿cuáles serían y por qué?
Creo que las formas de mis seres y como aparecen en las superficies de mis pinturas tienen algo surrealista. Recalco la importancia del contexto en tanto parte de la existencia del ser, y hago que no solo el material y el formato evoquen ese contexto sino también la apariencia que le doy a mis seres. Mi trabajo puede considerarse impresionista, expresionista, realista, fauvista, etc. siempre más cerca de las vanguardias que de otra cosa pero versátil en cualquier escenario.
Por las palabras que dedica Rhony Alhalel a tu primera individual y, en especial, a tu crecimiento artístico y profesional se comprende que tu obra capta una instantánea atemporal del movimiento ¿Es esto cierto? ¿Pintas escenas fugaces?

La idea del movimiento infinito, permanente, perpetuo es parte de la esencia del concepto de mis trabajos. Además no suele haber un sentido de perspectiva coherente entre los cuerpos, lo cual termina rompiendo la posibilidad de representar un espacio empírico figurativo. Lo atemporal se manifiesta a través de ello y también mediante la característica camaleónica, adaptativa que menciono en la pregunta anterior.

No pinto escenas necesariamente. Cuando he pintado una escena no lo he hecho de manera fugaz. Cuando he pintado fugazmente casi nunca ha sido una escena y cuando he pintado una escena fugaz, suele ser una fusión de escenas fugaces en una imagen que junta esas huellas del movimiento, esas dimensiones. Eso último pasa bastante en mis murales.

En relación a tu paleta cromática, ¿tienes predisposición hacia algunos colores? ¿Cuál es el más empleado en «Infinitud palpitante»?

El azul me obsesiona y creo que también a muchas personas. Pienso que está relacionado a lo cultural y lo místico. A temas como las dualidades, la consciencia y el mundo.

En Infinitud palpitante no predomina ningún color.

Sobre tus murales, ¿dónde podemos encontrarlos? ¿Cómo artista emergente consideras que la pintura mural permite que tu obra llegue a un número mayor de espectadores?

Pueden ir al Space Café en Av. Augusto Pérez Araníbar 1922 en San Isidro, también pueden encontrarlos en la escuela D1 de Vania Masías en Magdalena y Chorrillos y en el D1 Mi Perú en Pachacútec o pasearse por Comandante Espinar llegando al Óvalo Gutiérrez o por los muros del tren de Villa María del Triunfo cerca al terminal pesquero.

Creo que la pintura mural permite una experiencia estética sin igual y que, por supuesto, llega a más que un número mayor a una gran diversidad de espectadores en Lima.

Sobre la técnica de la pintura en movimiento ¿Cómo sabes cuándo se termina una pieza, tiene que ver con la experiencia física o es algo que va más allá del cuerpo?

La composición llega a un punto en donde si se sigue corrigiendo o aumentado se puede dañar la esencia o expresión de las líneas. Estas son el rastro de algo único. A veces, es mejor practicar y corregir lo que no se logró en el siguiente trabajo. Claro que eso me puede dar un poco de neurosis pero trato de no hacerle caso.

Es difícil para mí comunicar cómo sé cuándo ya terminó porque si soy honesta, para mí es un momento en el que se hace evidente, obvio. Es un “ya, llegó al punto, no se puede hacer nada más por esto”. Es como una autoridad estética interna que me dice “ya”, “se acabó”, “basta”, “es hora de irse y dejarlo ahí”. Y yo solo tengo que dejar mis subjetividades e irme. En algunas ocasiones los parámetros temporales externos me ayudan a adecuar el proceso a ese lapso determinado y ordeno todas mis actividades contando el tiempo que posiblemente me tome antes del último día de trabajo donde debo, definitivamente, llegar a ese punto.

Así voy jugando con el tiempo y el sentimiento relacionado e inherente a su transcurrir, desde el cual brotan posibilidades y respuestas. Es ahí cuando se siente más relativo y ello me influye para decidir en qué acción gastarlo. Sea para pintar algo o para vivir la vida básicamente.

¿Qué expectativas tienes como artista multidisciplinaria frente a los retos del sector cultural frente al confinamiento y a la nueva normalidad? ¿Ha sido difícil crear durante estos meses? Y finalmente, ¿dónde podemos seguir tus proyectos?

En realidad trato de sobrevivir como pueda mientras sigo entrenando duro y produciendo arte sincero. Esa es una necesidad para mi bienestar personal. Mi responsabilidad prioritaria es con el arte y el respeto que merece mi profesión. Es difícil y requiere de gran esfuerzo en estas condiciones. Lo bueno es que amo enseñar y tengo muy buenos alumnos particulares. Lo malo es que nuestras posibilidades se ven reducidas, pero hay tanto por enseñar que la verdad hasta ahora he podido lidiar con el asunto. Amo enseñar arte y me hace súper feliz.

También tengo clientes que me mandan a hacer cuadros a pedido, algunos con mi estilo y otros que solo tomo como trabajo, lo pinto y ya. Algo exactamente análogo a un “chivo” en el mundo de la música. Sea un óleo, dibujo o mural, siempre converso específicamente con el cliente para saber qué quiere y decirle qué le puedo ofrecer.

Crear no es difícil si estás abierto a usar el material que sea posible. Cuando hay dinero puedes usar materiales más finos y diversos, cuando no puedes dibujar con un lapicero, un carbón, o un posca en cualquier superficie. Cuando hay tiempo puedes dedicarte a algo más complejo y cuando no, hacer algo al toque. Creo que es difícil crear cuando me frustro. Lo demás es mucho más manejable.

Felizmente me stockié bien antes de que comience el confinamiento de pura suerte y sin tener idea de lo que pasaría. De modo que me quedé encerrada sin un sol pero con materiales y tiempo.

Mis proyectos los pueden ver a través de mis redes. Síganme en Instagram como @raquelmarambio.


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